Cada vez que veo una bonita planta en medio de un salón pienso que seguramente esa familia no tendrá niños. O que, probablemente, éstos ya serán mayores y la planta en cuestión no correrá peligro. Cosa que a día de hoy en mi casa no sería posible con dos enanas que irían directas a trastear en la tierra o, lo que es peor, a intentar regarla y, a continuación, provocar un enorme barrizal en el salón. Además, me gustan especialmente los cactus enormes, idea totalmente desechada hoy por hoy por razones obvias.
Así que seguiré envidiando esas imágenes y en algunos años espero poder poner un gran cactus en mi salón.
Seguiré con pequeñas cápsulas de cosas que tendré cuando crezcan los niños: un sofá blanco, una pecera de cristal, etc.
Pero mucho me temo que por ahora, y para evitar los accidentes domésticos con las niñas, tendré que conformarme con esta otra versión de ganchillo... ;)
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